Estos recursos se usan principalmente para atender eventos o crisis repentinas. En casos justificados, se pueden también destinar para paliar consecuencias de crisis prolongadas. Estos deben ser empleados en acciones vinculadas con evaluaciones de necesidades (por ejemplo, una evaluación inicial rápida multisectorial), ejecutar acciones de coordinación de respuesta y/o sentar bases para establecer marcos de recuperación y otras herramientas de planificación para la recuperación.